¿Cuál es la primera palabra que viene a tu mente cuando digo amazonía?
La Amazonía es una sola, pero muchas son las ideas que tenemos de ella. Para algunos la Amazonía es un paraíso verde lleno de biodiversidad que se apaga con atardeceres incendiados y noches estrelladas; casa de pueblos indígenas, que guardan saberes ancestrales, que hablan con y de las plantas como si fueran sus hermanas.
Parece imposible pero justo al costado de este paraíso, existe una Amazonía golpeada, violada, maltratada y engañada. Donde un entramado de carreteras está entrando cada vez mas profundo, en la médula de los bosques, buscando el oro negro y arrasando con todo lo que se encuentra en su ciego trayecto. Ahora los pozos petrolíferos nos persiguen como sombras, centenares de mecheros contaminan nuestro aire y las piscinas con desechos tóxicos envenenan nuestra agua. Nuestros cuerpos padece cáncer nuestras almas no encuentran paz y nuestros ojos han sido testigos de la devastación, el sufrimiento y el dolor.
Es momento de conocer a los guardianes de la selva, aquellos que decidieron resistir a la explotación petrolera y demostraron su fuerza y valentía, encendiendo una luz de esperanza y mostrando un nuevo camino. Nació la Amazonía de la Esperanza, soñada, sembrada y cuidada por personas que han dedicado su vida a reparar los atropellos cometidos, a cuidar la salud de la comunidad a través de la restauración de los suelos y del agua; empleando la permacultura, en la sanación, en el uso de energías alternativas, en la producción de alimentos y se ha des-aprendido hábitos impuestos por la violencia del hambriento sistema extractivista que acorralaba nuestras vidas.